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Revista Capital

Europa nos salvará… ¿o no?

Por Redacción Capital

La cara de Luis Garicano era un poema el pasado viernes 25 de septiembre. Habíamos quedado para hablar vía zoom sobre el ambiente en Europa ante el próximo reparto de fondos de la Comisión Europea a los países más afectados. El eurodiputado de Cs ya había leído la filtración de Moncloa a El País con su esquema para la petición y recepción de los fondos: una división en cuatro áreas (digitalización, transición verde, cohesión e igualdad), una subdivisión en diez palancas, gestión ordinaria a través de los Presupuestos, ministerios que abren los procesos y decisión última por parte de Moncloa de los proyectos que se presentan. Estaba desolado. “La realidad de la filtración de Moncloa es que parece que las cosas se van a hacer igual de mal que siempre: poco criterio técnico y mucho político”, señala. “Los diez grupos de asesoría de cada área son de sociedad civil, pero no se sabe muy bien qué son; se deja a los ministerios absorber el dinero que puedan, no hay un plan de reformas para España… Va a ser el caos habitual. Tengo muy mala impresión”, añade.

Garicano, como el PP, es partidario de crear una oficina independiente, por encima de los ministerios, que seleccione con criterios técnicos los proyectos que se presentarán para recibir los fondos. Aunque se ha dicho que Europa va a ser muy estricta, él no lo ve tan claro: “No sabemos cómo de bien va a estar controlado el proceso”. Este catedrático, ahora en tareas políticas, resalta que no es lo mismo gastar por gastar que gastar bien: “Si quieres gastar por gastar, vas a gastar muy mal. Si quieres gastar bien, no vas a conseguir hacerlo desde una mala planificación y una mala estructura por parte de la Administración. Incluir ya los 20.000 millones en el Presupuesto indica la intención de gastar por gastar, al precio que sea. Va a ser muy triste. Es una oportunidad perdida. Me parece tristísimo verlo venir”.

Dolors Montserrat, portavoz del Partido Popular en el Parlamento Europeo, también se manifiesta preocupada por la propuesta de canalización de las ayudas europeas a través de los ministerios y se expresa a favor de la creación de una oficina independiente, como han hecho con éxito países como Italia, Francia o Alemania. Piensa que Europa ya ha cumplido, y ahora es el Gobierno español el que tiene que hacer sus deberes: “Por primera vez en la historia, Europa ha destinado una cantidad ingente de ayudas para reforzar los sistemas nacionales de salud, la competitividad y el crecimiento económico y la creación de empleo en áreas como la digital, la economía circular, la economía verde y la reindustrialización para que Europa no tenga que depender tanto de mercados externos. Ahora el Gobierno español debe presentar sus planes de reformas y proyectos en tres fechas clave: 15 de octubre, 1 de enero y abril de 2021. Han de ser proyectos claros, en los que haya colaboración público-privada, con la CEOE, los sindicatos, las comunidades autónomas, los grupos de la oposición… De momento el Gobierno no habla con ellos. Lo está haciendo todo de una manera muy poco transparente”, señala la portavoz del Partido Popular en el Parlamento Europeo. Desde el PP piden también a raíz del Covid un plan específico para el sector turístico, tan importante en España, y que sirve de tractor para otros negocios, como la gastronomía: “No vemos que el Gobierno de España esté preparando una reforma para que el sector turístico se acoja a estos fondos. Francia ha dado un gran apoyo al suyo”. Montserrat también recuerda que, cuando gobierna el PSOE, los agricultores siempre reciben menos dinero de Europa. La portavoz además saca pecho diciendo que el PP “ha sacado a España dos veces de la crisis. En 2011 lo hizo poniendo un paquete de reformas encima de la mesa: la reforma laboral que facilitó la creación de tres millones de empleos, el plan de proveedores, la ley de unidad de mercado, el impulso a la exportación... El Gobierno de Sánchez no es reformista: sólo hace oposición a la oposición”.

Perder la oportunidad de emplear bien los fondos tendría consecuencias importantes. Financial Times comentaba recientemente que España podía perder diez puntos de PIB respecto a algunos países debido a la crisis. Compensar esa caída requeriría un crecimiento muy importante de nuestra economía que da miedo que no se produzca: “Provocaría una espiral muy negativa, con subidas de deuda, de impuestos y fuga de talento. Si el Gobierno sube los impuestos, que no se engañen: no cuesta nada moverse a Portugal, que tiene una fiscalidad más atractiva”, añade Garicano.

Este eurodiputado estima que España puede perder entre quince y veinte años de convergencia con Europa si esta crisis se gestiona mal. Muchos esperan que Europa nos salve, y “sería lo deseable”, pero “la realidad es que no está todo atado. Está todo en juego. En las discusiones entre el Consejo y el Parlamento se debatirán durante los tres meses próximos las 1.600 enmiendas que se han puesto acerca de cómo se va a desembolsar el dinero del Plan. Existe el riesgo de que los países que no quieren condiciones (entre los que se encuentra el actual Gobierno español) dominen la discusión. Puede ser el fin de la unión fiscal europea. Si se da ese primer paso, llegará el caos, y no habrá más pasos que dar”. Garicano está en el equipo negociador, y asegura que hará “todo lo posible para que Europa ponga unas reglas y España gaste el dinero del mejor modo posible”.

Frente a esta actitud del Gobierno español, que pone en riesgo la recepción de los fondos, Garicano admite que no le queda otra posibilidad que hacer pedagogía: dar alternativas y alertar si ve que gastar el dinero sin sentido no es lo más inteligente; pero poco más. La democracia implica que, el que gana, decide. Mientras tanto, constata que en Bruselas está llamando la atención la forma de actuar del Gobierno español: “Ha chocado mucho y ha habido mucha sorpresa con la gestión de los datos de la pandemia. Medios como The Economist, Financial Times o The New York Times han destacado que la Administración territorial y central no han dado la talla. Si se extiende la percepción de que el Gobierno no sabe lo que hace, puede producirse una rápida de pérdida de confianza en los mercados financieros. No hay que descartar que llevara a una crisis financiera o de deuda”, afirma Garicano.

Al mismo tiempo, este eurodiputado destaca que la ministra de Economía española, Nadia Calviño, despierta bastante confianza en Bruselas: “Ha podido parar desmanes como la eliminación de la reforma laboral, pero hay preocupación: es indudable. En Europa tranquilizaría que fuéramos nosotros los que participáramos en los Presupuestos en lugar de que el presidente se lanzara al río e hiciera un pacto con la extrema izquierda nacionalista. Si la economía es sostenible y capaz de crecer, evitaremos problemas en el corto plazo. La mejor forma de asegurar la sostenibilidad es hacer las reformas necesarias para que España crezca; reformas en la innovación, en la formación, en la educación… El gran problema de España está en el capital humano”.

Montserrat afirma que en Europa “se ve a España como un gran país que cuenta con un Gobierno que no es capaz de hacer las reformas que tendría que estar haciendo”. Es más o menos la misma visión que tiene Mazaly Aguilar, diputada de Vox en el Parlamento Europeo: “Han visto en primera línea cómo los agricultores españoles no han dejado que se desabasteciera el país, y hablan maravillas de los sanitarios, las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado y los militares. Han alucinado con Ifema y los demás hospitales de campaña que se han creado por España. No entienden cómo en la segunda oleada seguimos siendo los peores. Los delegados alemanes, finlandeses o checos de nuestro grupo, y también otros de otros grupos, nos dicen que piensan que el pueblo español va a salir adelante a pesar del Gobierno”.

Montserrat sostiene que en Europa hay dos visiones sobre el Gobierno español: “Que genera inestabilidad, deteriorando instituciones como la del Jefe del Estado, muy admirada fuera de nuestro país, y que no protagoniza reformas económicas y sociales, cuando en un pasado reciente ha sabido modernizarse y crear más empleo que otras regiones europeas. El comisario Reynders ha criticado la cercanía de la Fiscalía con el Gobierno, y en general en Europa no se entendía por qué se quería derogar la reforma laboral, cuando ha ayudado a crear tres millones de empleos y ha traído la figura de los ERTES, que están siendo tan importantes”.

La reforma laboral se presenta, sin duda, como uno de los grandes caballos de batalla: “Se le culpa de cosas con las que no tiene nada que ver. Se estaban perdiendo cientos de miles de empleos. Fue un paso adelante incompleto. Los pasos en los que se ha avanzado no deberían deshacerse para ir hacia atrás, hacia el populismo. Europa debe ser inflexible”, señala Garicano.

Otro gran reto de España en el contexto europeo es mejorar la calidad de la educación: “Es la gran lacra. Lo vemos en los análisis de competencias de PISA, en nuestra tasa de abandono escolar, que es la más alta de Europa, en la desigualdad (la mayoría de los jóvenes cuyos padres no han superado la Secundaria se quedan también en ese nivel de estudios). Ha habido muchas reformas de la educación hacia adelante y hacia atrás, siempre enrocadas con la religión y los concertados. Es el eterno retorno de las mismas cuestiones mientras seguimos sin preparar a los niños para el futuro. El sistema educativo deja muchos jóvenes atrás”, sostiene.

Garicano hace hincapié en que la Comisión Europea está pidiendo reformas: “Nos han dado guías de trabajo bastante estrictas. El Gobierno español está empeñado en hacer lo que quiere: usar Europa como un cajero, como un cheque en blanco. Este año va a haber un tira y afloja muy duro. La Comisión va a intentar que el dinero se gaste bien. España es uno de los países que más trata de debilitar las condiciones. Pedro Sánchez vino aquí hace unos días para intentarlo. Me parece muy grave y muy triste”.

Los compañeros europeos de Sánchez, los socialistas, son precisamente los más preocupados por la forma de actuar de su representante en España: “En Finlandia, Dinamarca o Suecia critican el estado de las cuentas públicas durante los dos últimos años y cómo estamos dilapidando lo que habíamos conseguido en los últimos años, tras muchos sacrificios y reformas, y a pesar de estar creciendo económicamente. Gastamos mucho dinero que ahora necesitamos, y ellos tienen que explicar internamente por qué hay que dar dinero a quienes no han ahorrado”, apunta Montserrat. La portavoz no distingue entre países del Norte y del Sur, sino entre países bien y mal gestionados.
España puede empezar a gastar el dinero de los fondos el año que viene. El 35% del que nos corresponde, más de 20.000 millones, se tiene que emplear en el próximo ejercicio. Otro 35%, el año siguiente. “Si el Gobierno se pone las pilas y se implanta una organización administrativa que lo permita, el dinero puede entrar muy rápido, y se puede notar muy rápido en la economía”, asegura Garicano. Sin embargo, como se decía al principio, su primera impresión es negativa: “Regar con dinero a los ministerios es el peor modo de usarlo. Estoy muy preocupado. Parece que el Gobierno no ha aprendido las lecciones de la pandemia, del caos administrativo que ha habido, y va a volver a hacer las cosas de la misma manera”.

Nuestro país, además, no se ha distinguido últimamente por emplear los fondos europeos con eficacia. En el periodo 2014-2020 tan sólo utilizamos el 35% del que nos enviaron y estamos a la cola de Europa en la absorción de estos fondos. ¿A qué se debe? “A los conflictos entre el Estado y las autonomías, y a que el dinero se destina a muchos proyectos de poco dinero en lugar de a un proyecto de mucho dinero. Implica mucho coste administrativo”, explica Garicano.

Pese a estos problemas, el eurodiputado de Cs está muy satisfecho de trabajar en Europa. Cuenta con muchos medios y un gran staff técnico. En particular, le entusiasma poder estar participando en el reglamento de los fondos de reconstrucción: “Si se usan bien, pueden suponer un gran paso adelante para Europa. Es una oportunidad única”. Al mismo tiempo, admite que entre los eurodiputados ha habido una gran unidad hasta ahora; no tiene tan claro si se mantendrá a raíz del reparto de los fondos de reconstrucción. Mazaly Aguilar, que es vicepresidenta de la Comisión de Agricultura, sostiene que en algunas ocasiones ha visto votar a eurodiputados españoles en contra de España y en línea con lo que pedía su partido: “Tengo buena relación con eurodiputados del PSOE, PP y Ciudadanos, y ante determinadas votaciones que no favorecían a España, les decía que no les entendía: estamos aquí para defender a los españoles, no al partido”. Afirma que en su caso nunca votaría contra intereses españoles, aunque se lo dijera su partido, y recuerda la anécdota que le ocurrió con los aranceles de Trump a los productos agrícolas españoles: “Dije a la presidenta de la Comisión que no podía creer que no pudiéramos hacer nada. No era algo nuevo. Habíamos visto cómo Juncker había ido corriendo a hablar con Trump sobre los coches alemanes, que ya se estaba pagando a los agricultores irlandeses antes de que se cerrara el Brexit, que a la semana se sabía el dinero que había que pagar por el veto ruso... ¿Por qué con España no se hace nada? ¿Somos de segunda categoría?”. Se fue con su asesor de Agricultura a hablar con el embajador y le dijo que eran la primera delegación española que se pasaba por allí para ver cómo se podía solucionar el problema. “Yo acababa de llegar. Éramos tres”, recuerda. Un tiempo después le invitaron a un acto en la embajada al que acudía el secretario de Estado norteamericano de Agricultura. Le dijo que tenía que reunirse con él porque “habría que hacer algo” y le respondió que sí, pero que el Gobierno español “no movía ficha”. Al mismo tiempo admite que no siempre ocurren estos problemas. En la última reunión de los eurodiputados con el ministro de Agricultura español, Luis Planas, afirma que hubo “mucho país”. Es lo que necesitan los agricultores españoles. Aguilar reclama mucho más apoyo para ellos, por ejemplo, asesorándoles con la engorrosa burocracia de las ayudas europeas.

A diferencia de Luis Garicano, Aguilar piensa que las condiciones para enviar los fondos van a ser muy estrictas: “Las exigencias van a ser brutales, draconianas, partida a partida. La impresión en Europa es que el Gobierno español es manirroto. Por eso van a poner tantas cortapisas”. Estima que no nos vendrían mal unos hombres de negro que vigilaran cómo se va gastando el dinero, porque “no hace falta ser ingeniero de Caminos para ver que nuestras cifras de deuda indican que nos dirigimos a la más absoluta de las miserias, que el crack va ser brutal”.

Dolors Montserrat, por su parte, está satisfecha de que el plan de recuperación se haya impulsado con una miembro del Partido Popular Europeo al frente de la Comisión Europea (Ursula von der Leyen), otra al frente de la presidencia de la UE en este semestre (Angela Merkel) y con su partido como primera fuerza en la Cámara. Sostiene que, junto con otros partidos, “se han dejado la piel para conseguir que la Comisión y el Parlamento aprobaran estos fondos”, y que es su partido el que más está lanzando estas reformas. Ahora falta por ver si entre todos consiguen que sirvan para mejorar la vida de los europeos. 

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