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Revista Capital

¿Qué hay detrás del suicidio del Brexit?

Por Redacción Capital

Por Gonzalo Cañete.

Lo crea o no el lector, entender el tema del Brexit parece ser igual de complejo que entender el tema de la pandemia. Ambos asuntos tienen un origen difuso e, igualmente, un futuro incierto.

Si nos basamos en los argumentos políticos que impulsaron el Brexit, podríamos encontrar multitud de referencias para explicar sus orígenes. Margaret Thatcher, en los años 90, manifestó su oposición a ceder la soberanía de su moneda, sus tipos de interés y su política monetaria a cargos que no hubiesen sido elegidos por el Parlamento británico. Hace pocos días, Michael Gove, miembro del gabinete de Gobierno, cerró su discurso en el parlamento británico diciendo “Este proyecto de ley nos permite retomar el control de nuestras leyes, fronteras y aguas”.

Sin embargo, algunos malpensados han relacionado una serie de eventos que se produjeron allá por el año 2013 con el verdadero origen del Brexit.

El diario Financial Times publicó una carta que el ex primer ministro británico David Cameron envió por aquel entonces Gonzalo Cañete al presidente de la Comisión Europea (CE), Herman Van Rompuy, solicitando que los fideicomisos de ultramar quedasen exentos de la nueva ley de control fiscal sobre las empresas en territorio europeo. Cameron estaba de acuerdo en la necesidad de implementar controles fiscales, pero argumentaba que esos controles podrían estandarizarse junto con Estados Unidos (y que esto pospondría el proceso). Argumentaba también que los fideicomisos no podían ser considerados como corporaciones, porque no lo eran. La UE rechazó sus peticiones, y David Cameron anunció poco después su intención de realizar un referéndum para abandonar la zona euro si era elegido primer ministro.

La sombra de la sospecha sobre un posible conflicto de intereses surgió cuando, tras los papeles de Panamá filtrados por Mossack Fonseca, la prensa comenzó a preguntar a Cameron sobre la relación de su familia con un fideicomiso off shore establecido por su padre, Blairmore Holdings Inc. Tal y como señalábamos anteriormente, algunos creen que un conflicto de interés fue lo que impulsó la iniciativa del Brexit.

El impacto monetario del Brexit: un estímulo regalado

Al inicio del año 2016 la prensa financiera hablaba sobre la burbuja inmobiliaria de Reino Unido. Incluso semanas antes de la votación del referéndum del Brexit, algunos fondos de inversión de la City de Londres mostraron problemas de liquidez dificultando la retirada de capital. Una señal que suele preceder a un colapso de los fondos.

Sin embargo, estos problemas desaparecieron milagrosamente tras la votación a favor del Brexit. La libra experimentó un tobogán bajista contra el dólar y el euro que permitió que muchos cambiasen de idea a la hora de deshacer inversiones en la divisa británica. La debilidad de la moneda desincentivó a los inversores extranjeros a sacar y a convertir su capital de nuevo a dólares o euros, pues habrían perdido parte de su inversión en ese momento.

Al mismo tiempo, una libra con una caída tan abrupta sí la hizo atractiva para nuevos inversores extranjeros, que consideraron la oportunidad. Para entender esto, debemos comparar los datos macroeconómicos de Reino Unido frente a los de la Unión Europea. Pese a este giro de timón, Reino Unido tenía una tasa de paro y una tasa de crecimiento envidiables para la UE. ¿Por qué no invertir entonces en un país como este?

La conclusión a la que llegamos con estos dos puntos citados es que el susto que produjo la votación a favor del Brexit tuvo un efecto de “estímulo monetario” que otros bancos centrales aplicaron o estuvieron a punto de aplicar a sus monedas. Sin embargo, el Banco de Inglaterra no tuvo que mover ficha, todo lo hizo el mercado. La volatilidad de la libra dio fe de ello.

El impacto económico y empresarial del Brexit

En términos de negocio, el Brexit se vuelve aquí incomprensible. La salida del Reino Unido de la UE es un disparo en el pie tan obvio para ambas partes, que no estaría produciéndose a menos que exista un interés mayor detrás. El propio acuerdo final es tan escueto, y deja tantas áreas económicas fuera, que es evidente que más que una página final es un prólogo inicial de otra cosa.

Durante todo este tiempo de negociaciones, el Reino Unido ha avanzado en una agenda de nuevos acuerdos comerciales con terceros países. El propio Donald Trump aseguró que, de producirse un verdadero Brexit, Estados Unidos firmaría un acuerdo histórico de libre comercio con Reino Unido. El primer ministro turco Recep Tayyip Erdogan ha calificado el nuevo acuerdo de libre comercio entre Turquía y Reino Unido como el más importante desde que se firmara el acuerdo comercial con la UE en los años 90. Es decir, la agenda británica sigue hacia delante, solo que aún no se ha revelado del todo su objetivo final.

Se peleó y se estableció un acuerdo sobre las aguas territoriales británicas referente a la pesca. Sin embargo, el sector servicios, incluyendo la potente maquinaria financiera, que pesan en torno al 80% del PIB de Reino Unido, han quedado excluidos de este acuerdo. ¿En serio? Observe el gráfico al pie de esta sección.

Se han establecido excepciones en el ámbito de los productos financieros. No obstante, teniendo en cuenta que esas excepciones sólo liberan a los productos regulados y que la mayor parte del negocio son lo que llamamos activos privados OTC y prestaciones de servicios en Europa, el acceso a los negocios financieros queda bloqueado, eliminando el pasaporte europeo a las empresas británicas que ofrecían sus servicios en países europeos.

La exigencia de que los activos europeos sean negociados en bolsas europeas produjo una caída fuerte del volumen negocio en la Bolsa de Londres el primer día de negociación post Brexit. Esto pudo motivar también la fuerte caída en las primas de riesgo de los bonos en Europa ese mismo día, básicamente reflejando la entrada o la recapitalización de dinero de Reino Unido hacia Europa.

Entre tanto, Rishi Sunak, canciller de Reino Unido, dijo que “las empresas de servicios financieros del Reino Unido no deberían tomar el acuerdo de 1.246 páginas como la última palabra sobre el acceso al mercado de la UE” y añadió que él “seguiría adelante y se aseguraría de que la City de Londres siga siendo el lugar más dinámico para prestar servicios financieros en cualquier parte del mundo”. Sunak aludió también al posible “Big Bang 2.0”, en alusión al crash experimentado por la City de Londres tras la desregulación financiera de los 80.

Volver a las viejas reglas comerciales

Se ha tomado como referencia el marco de comercio bajo las reglas de la Organización Mundial del Comercio (OMC) como estructura base para el acuerdo entre la UE y Reino Unido. Sin embargo, dado que ambas partes son miembros de la OMC y que aplican reglas arancelarias a terceros países, al separarse estarían considerados entre sí como terceros países y deberían aplicar las mismas reglas que aplican al resto, que incluirían, además, inspecciones aduaneras y lenta burocracia.

Algunos políticos británicos han criticado que los aranceles que se pondrían sobre determinados productos británicos excederían sobradamente lo que sugiere la OMC. Por ejemplo, los aranceles promedio de la unión europea sobre bienes desde los países estarían en torno al 3,2% mientras que los que se aplicaría Reino Unido serían de un 35,2% a productos lácteos, sin mencionar agrícolas, al 11%.

En ocasiones, estas reglas tan duras se aplican como estrategia para forzar a una negociación posterior. Reino Unido ya no está en la UE y puede comprar productos a otras zonas del mundo. La UE posiblemente reconsidere sus aranceles y conceda acceso a los servicios británicos en su territorio si Reino Unido se compromete a mantener ciertas cuotas de importaciones de la UE.

Al inicio de este artículo hemos explicado que, macroeconómicamente hablando, la UE no está en su mejor momento. Además, no se puede permitir perder clientes con una cuota de mercado de más de 400.000 millones de dólares en 2019 de comercio generado por Reino Unido a la UE, más de 85.000 millones solo a Alemania. Observe cuadro al final de esta sección.

Mientras tanto, Michael Gove, miembro de la oficina del gobierno, advirtió a las empresas de que se prepararan para las interrupciones y los momentos difíciles. Gove preveía el caos fronterizo que se produciría en la frontera francesa, por la nueva cepa inglesa del coronavirus, dificultando el paso de mercancías que produjo kilómetros de camiones atrapados. Un pretexto para darle drama al Brexit.

Todos regulación: ¿Quién controla a quién?

Una de las exigencias más fuertes que ha mantenido la UE es la de mantener el marco regulatorio sobre leyes comerciales, normas ambientales y otras medidas sectoriales para la industria británica, considerado como no negociable por Bruselas.

Reino Unido tiene planes para reconstruir su industria automovilística hacia la producción completa de coches eléctricos para 2030. Esto implica que las exigencias de Bruselas no serán un problema para Reino Unido, y buena muestra de ello son las concesiones que parece haber ganado Reino Unido para comercializar automóviles eléctricos sin aranceles en la UE.

Futuro en los negocios

Concluimos este artículo siendo honestos, pues es complicado prever el futuro de los negocios en Reino Unido. A día de hoy, lo único que tenemos son los números. Macroeconómicamente, Reino Unido no es precisamente el eslabón débil. Si le añadimos la libertad de negocio que pueda haber adquirido ahora, es posible que comencemos a ver nuevos acuerdos y cambios prometedores que lo puedan convertir en un país refugio en el futuro. Después de todo, ¿para qué querían un Brexit si no es para embarcarse en un proyecto más ambicioso?

Esta es una de las entrevistas que encontrarás en el número de febrero de la Revista Capital, ya disponible en tu kiosco o en Zinio.

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