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feminismo

Economía libre y feminismo

"Las mujeres, como los hombres, son individuos libres y no piezas de un colectivo. La colectivización del grupo ‘mujer’ merece mayor reproche social”  El proyecto de Ley de Paridad es otra cara del complejo y confuso escenario de la ideología de género en la que se enmarca el feminismo radical. Los problemas de igualdad entre hombres y mujeres no pueden resolverse en este escenario de radicalidad y ‘biofobia’, con tintes electoralistas. Por el contrario, se ha de partir de la igualdad ontológica de mujeres y hombres aceptando las diferencias ineludibles de la binaridad complementaria y rechazando las desigualdades sociales arrastradas por la historia.   En consecuencia, la regla de igualdad ha de definirse con el término ‘igualdad en la diferencia’ (equidad) cuyo objetivo es distinto y superior al de ‘paridad’ (uniformidad aritmética acrítica). En la selección racional de personas debe considerarse la capacidad, el mérito y la confianza (valoración ética) y a mayor exigencia de cualificación, mayor excelencia.   Lo fácil, lo espectacular, lo electoral es la paridad en la cúspide. Puro constructivismo ineficiente. Para que exista similar número de mujeres y hombres aspirantes a los puestos más altos, es imprescindible que existan muchas mujeres y muchos hombres con similares méritos, con similares carreras profesionales dilatadas que justifiquen sus aspiraciones en la zona media de las empresas. Porque los líderes empresariales no crecen en los árboles, sino en las compañías.   Hoy no existe esta realidad en la zona media de las empresas, y no por sexismo perverso, sino, de manera singular, porque la maternidad obstaculiza el desarrollo profesional de las mujeres (no tengo espacio para el detalle). En este periodo de la maternidad hay que poner el remedio, con eficacia y equidad. Minimizando el obstáculo de la maternidad se revertiría la inercia para superar otros obstáculos.  La ‘piedra angular’ del trato equitativo…
“Debemos formar a mujeres que quieran ejercer su liderazgo desde una posición femenina, con responsabilidad, con preparación y con trabajo” El feminismo sigue estando en auge, incluso en un país avanzado en derechos sociales como es el nuestro. La lucha por la igualdad de derechos, independientemente del género, abarca múltiples ámbitos en la sociedad, desde el jurídico hasta el político, además de los innumerables espacios que concentra el asunto en todos los medios de comunicación.   Un estudio del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo ya desvelaba en el año 2020 que casi la mitad de la población mundial sigue creyendo que los hombres son mejores líderes políticos y empresariales que las mujeres. Si analizamos el ámbito del liderazgo político femenino, es un hecho que en poco más de 120 años las mujeres han pasado de no poder votar en prácticamente ningún sistema político moderno a contar hoy con un 5% de líderes de estados o gobiernos. En el ámbito empresarial, actualmente sólo un 8% de las empresas del Fortune 500 tiene a una mujer como CEO.  Pero, más allá de las cuotas para ocupar los puestos de responsabilidad en el mundo empresarial y en el mundo político, hay algo que resulta mucho más peligroso y preocupante: el sistema de creencias asumidas en las que hemos sido educados y bajo el que vivimos. Un informe de la empresa HP revela que -ante una oferta de trabajo-, las mujeres necesitaban cumplir con el 100% de los requisitos para solicitar el puesto; en cambio, a los hombres les bastaba con cumplir un 60% de los mismos. Lo que se deduce es la profunda falta de confianza de las mujeres.   Otro estudio llevado a cabo por LinkedIn apoya las conclusiones del anterior informe de HP y concluye que la posibilidad de que…