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Monarquía vs República

“La posición de los españoles en la hipótesis de tener que optar no es la que tendrían otros nacionales” España vive, en buena medida involuntariamente, un proceso de desinstitucionalización muy peligroso. Este proceso incierto ha traslucido indicios de aproximación a la forma de la Jefatura del Estado.  Tanto la República como la Monarquía, en nuestro tiempo, son sistemas que, en principio, garantizan el razonable funcionamiento del Estado. Hoy, los llamados principios republicanos (libertad, igualdad, constitucionalismo, soberanía nacional, laicidad, etc.) están radicalmente consolidados en las monarquías occidentales existentes tras la II Guerra Mundial. El valor democrático de la Monarquía está en su reconocimiento constitucional y no en la falta de elección de su titular (desprovisto de poder). En todo caso es de resaltar la ventaja monárquica de excluir a la Jefatura del Estado de la refriega partidista. En definitiva, si las dos formas de Jefatura de Estado no constituyen alternativas idénticas sí son perfectamente homologables en nuestro tiempo, al menos en aquellas naciones en que exista tradición monárquica.  La posición de los españoles en la hipótesis de tener que optar no es la que tendrían otros nacionales. Ciertamente, el cambio de la Monarquía a la República en cualquier nación europea alteraría muy poco la vida ciudadana, pudiendo ser aceptado con facilidad por los privados de fervor republicano. Pero desgraciadamente no es nuestro caso porque la sociedad española, desde luego de manera artificiosa sigue, incomprensiblemente, rumiando el periodo República – Guerra Civil - Dictadura, de modo que existe una tendencia indisimulada y minoritaria, aunque de minoría relevante y activa, hacia la II República Bis que sí cambiaría, y radicalmente, las vidas de los ciudadanos.  La II República fue, desde sus orígenes, sanguinaria, liberticida, antidemocrática y excluyente porque dejó a media España fuera de su ámbito  por voluntad de la izquierda (“la República…
La corona británica cuesta anualmente 86,3 millones de libras, pero solo la figura de Isabel II ingresa unos 610 millones de euros La reciente muerte de la reina Isabel II de Inglaterra que reinó durante más de 70 años ha supuesto el cambio de rumbo de una de las monarquías más ejemplares, no solo en cuanto a lo que a protocolo y representación de un país se refiere, sino también en lo económico. Y es que Isabel II desde sus comienzos acabó con una época de despilfarro en la institución tras recoger un país salido de la guerra y tener que enfrentarse a la que seguramente fue la mayor recesión de la historia de Gran Bretaña. A pesar de quedar lejos esos tiempos, la monarquía británica se ha mantenido durante años como una de las más rentables de Europa. Y es que el coste de la que fuera la corona de Isabel II no superaba los 100 millones de euros, concretamente 86,3 millones de libras esterlinas. Unos datos que si observamos el coste a cada ciudadano inglés no llegaría prácticamente a superar la moneda británica, una libra esterlina por cada habitante, concretamente 1,29 libras esterlinas por persona en el Reino Unido. Este gasto la sitúa como la cuarta monarquía más rentable de toda Europa, tan solo por detrás de otras como Dinamarca, Holanda y Noruega, todas ellas pertenecientes a países con muchos menos habitantes y relevancia a nivel de actos e influencia en el día a día de cada país. En el caso de la española, la comparación es odiosa, ya que aunque bien es cierto que la monarquía española no acude a más de 300 eventos al año, tan solo se consideran al rey Felipe VI y la reina Letizia como miembros de la familia real, por la que…
En la clausura del acto presidido por el Rey Felipe VI también ha participado la ministra de Economía, Nadia Calviño, que ha apostado por la senda de la recuperación en la que se encuentra España Bajo el lema Nuevos tiempos, nuevas oportunidades, este jueves 4 de noviembre se ha dado cita en Córdoba el XX Congreso de Directivos CEDE. Un encuentro de gran relevancia para el mundo directivo que ha clausurado el rey Felipe VI con un claro mensaje centrado en la importancia de que los directivos opten por la innovación como el bastión de mando de modelo empresarial. “Los nuevos tiempos, las nuevas oportunidades, requieren innovar e incorporar aquellos criterios y reglas novedosas que actualicen las maneras con las que afrontar las nuevas circunstancias que presentan los mercados del mañana”, ha destacado Felipe Vi, para apuntar que “se necesita vuestra experiencia y capacidad de anticipación, que detectéis y localicéis dónde están las nuevas oportunidades y cómo aprovecharlas”. Porque eso, ha destacado, “es lo que exigen estos tiempos”. Una época marcada por “dos transiciones sistemáticas e imparables que se están produciendo como la cada vez mayor concienciación medioambiental frente a la emergencia climática y también la digitalización”. Dos avances que “condicionan las oportunidades que surgen y cómo aprovecharlas en esta redefinida globalización con alcance en diferentes ámbitos de nuestra vida”. Para el monarca, el papel de los directivos “es cada vez más determinante a la hora de contribuir a una innovación que afiance la confianza colectiva con la que poder superar cualquier reto”. Unas palabras abrazadas por el lema del congreso, Nuevos tiempos, nuevas oportunidades, que éste considera que son un “mensaje ambicioso, de compromiso y que demuestran una actitud proactiva”. Todo en un momento en el que “tenemos que recuperar muchas de las actividades y recursos de nuestras realidades…
El próximo miércoles 19 de junio se cumple el quinto aniversario de la proclamación del rey Felipe VI, que sucedió a su padre, Juan Carlos I, al frente de la Jefatura del Estado. Las señas de identidad de este primer lustro del reinado de don Felipe son la transparencia, la cercanía y la firmeza. Ya lo adelantó en el discurso de su Proclamación ante las Cortes Generales, aquel 19 de junio de 2014 en el que destacó el compromiso de la Corona con la sociedad. “La Corona debe buscar la cercanía con los ciudadanos, saber ganarse continuamente su aprecio, su respeto y su confianza; y para ello, velar por la dignidad de la institución, preservar su prestigio y observar una conducta íntegra, honesta y transparente, como corresponde a su función institucional y a su responsabilidad social. Porque, sólo de esa manera, se hará acreedora de la autoridad moral necesaria para el ejercicio de sus funciones. Hoy, más que nunca, los ciudadanos demandan con toda la razón que los principios morales y éticos inspiren -y la ejemplaridad presida- nuestra vida pública. Y el Rey, a la cabeza del Estado, tiene que ser no sólo un referente sino también un servidor de esa justa y legítima exigencia de todos los ciudadanos”. La sombra de la corrupción, en el arranque del reinado de don Felipe, estaba instalada en la vida pública española, con el ‘caso Bárcenas’ y la trama 'Gürtel' cuestionando la financiación del Partido Popular, al frente del Gobierno. Corrupción que también salpicó al cuñado del Rey, Iñaki Urdangarin, que finalmente fue condenado e ingresó en prisión en junio del año pasado, en donde aún permanece. Para mostrar la ejemplaridad de la Casa del Rey, el 28 de julio de 2014 el Monarca delimitó los criterios de actuación de los miembros de…
Desfile de la Hispanidad. Madrid. 12 de octubre. Como todos los años, una multitud se reúne en el Paseo de la Castellana para aplaudir a sus Fuerzas Armadas y al Rey. En esta ocasión, el jolgorio coincide con un abucheo generalizado al presidente del Gobierno. Se nota que el público le está esperando. ¿Les gustaría quizá que el Rey, una persona muy preparada y con buena imagen dentro y fuera de España, tuviera más peso en la vida de nuestro país? El debate podría plantearse, pero los principales expertos en la Casa Real recuerdan que el propio monarca no quiere. “El Rey Juan Carlos ya tuvo todo el poder cuando se lo dio Franco al empezar la Transición, pero lo cedió. Tenía claro que las monarquías del siglo XXI debían ser constitucionales, y que la soberanía tenía que recaer en el pueblo”, señala José Apezarena, autor de varios libros sobre la Casa Real española y biógrafo de Felipe VI. Pero las razones van aún más allá. Cuanto más poder tienes, más vulnerable eres, más posibilidad de crearte enemigos posees: al elegir algo, puedes tener que rechazar lo contrario, y el monarca no quería verse en esa situación; debía ser el Rey de todos los españoles, y Felipe VI heredó esa filosofía marcada por la Constitución. En este contexto, su discurso sobre la situación catalana y la unidad de España del pasado 3 de octubre fue visto por expertos como Apezarena como un gesto "delicado y arriesgado". Desde la Casa Real estiman que lo mismo pasó en el 23F. La aparición de Juan Carlos I en defensa de la estabilidad del país no debió gustar a los golpistas. Ahora, la tensa situación en Cataluña demandaba una intervención por parte del jefe del Estado. Felipe VI lo vio claro y realizó a…